Mario Mola prolonga la maldición del triatlón español en los Juegos Olímpicos
Hasta en una prueba tan larga y extrema como el triatlón, un pequeño detalle puede marcar la diferencia entre estar en la lucha por las medallas o tener que remar a contracorriente toda la carrera. Mario Mola, la gran esperanza de conseguir presea en esta disciplina, pagó cara su mala natación viéndose obligado a quemar sus naves en ciclismo para luego terminar en décima posición de la prueba olímpica tras una remontada de carácter en atletismo.
Una especie de maldición rodea al equipo español en el triatlón. Mola, tricampeón del mundo de la categoría, y Javier Gómez Noya, pentacampeón, apenas suman una medalla de plata olímpica –la conseguida por el segundo en 2008– en este deporte extremo que combina la dureza de la natación, la fuerza del ciclismo y la resistencia del atletismo.
En esta edición de Tokio, la maldición siguió presente, pese a que todo apuntaba a que no sería así. «No me puedo reprochar nada, pero evidentemente me hubiese gustado estar en las medallas. Ha faltado muy poquito», comentaba a OKDIARIO, Mario Mola. El mallorquín sabe que posiblemente haya perdido una de las mejores oportunidades de su carrera de tocar la gloria olímpica tras una carrera que fue menos extrema de lo que se esperaba al iniciarse a las 6:30 hora local evitando así el calor y la humedad extrema.
La natación, que no es el fuerte de Mola, le condenó a perder casi medio minuto de tiempo con el grupo de los favoritos. «El agua es una lotería», admite a micrófono cerrado, porque nunca sabes qué grupo irá más o menos fuerte. «Adelantar en este circuito era muy complicado. Todo era estrecho. Cuando me he visto saliendo del agua tan atrás ha sido difícil», añade.
La suerte del español fue que se encontró con Javier Gómez Noya –flojo en su especialidad acuática– y Fernando Alarza al salir del agua. Los tres, ya montados en la bicicleta, se pusieron a dar relevos para intentar cazar al grupo delantero que les aventajaba en 30 segundos. En un deporte que es tan individual resultó extraño verles así. «Es verdad que fue casualidad encontrarnos. En el agua no vemos a nadie, así hicimos un buen trabajo», explicaba Noya.
Mola, sin embargo, aseguró que en esos 20 kilómetros que tardaron en conectar con el grupo de favoritos reduciendo casi dos segundos por kilómetro le acabaría penalizando. «Creo que nos dejamos muchas fuerzas que luego echaríamos de menos en el tramo de atletismo», aseveraba.
España, pese a ir en el pelotón de favoritos, se durmió en los laureles haciendo un cambio de bicicleta bastante flojo con Mola saliendo el vigesimosegundo y sus compañeros de selección todavía más atrás. «No fue el mejor cambio del mundo. Me sentía con fuerzas para mucho más porque fue creciendo», dijo el mallorquín.
Quizá si el triatlón hubiese durado cinco kilómetros más, Mola habría tenido fuelle para alcanzar las medallas, pero su remontada se quedó en la décima posición mientras veía que sus rivales de arriba iban cayendo como frutas maduras. «No me puedo reprochar nada porque así son las carreras, pero es verdad que me voy fastidiado porque podía haber estado en las medallas», apunta.
El balear tendrá la oportunidad de redimirse este fin de semana en el novedoso relevo mixto de triatlón. Dos hombres y dos mujeres de cada equipo participarán en una carrera en la que cada uno de ellos deberá completar los 300 metros del sector de natación, los 6,8 kilómetros del sector ciclista y los 2 kilómetros de carrera a pie antes de ceder el turno a su compañero de equipo. España podría tener una gran opción en una carrera totalmente imprevisible.